Ayer ciudad minera, la ciudad carmelita sigue orgullosa de esta epopeya que mezcló las nacionalidades y forjó su identidad. El monumento Jaurès, el castillo de la Verrerie, la «oficina de la Mine», la «Centrale», el parque del Candou, la estación y sus muros de ladrillo... tantos lugares de memoria que constituyen hoy un patrimonio notable.
A pesar de la recesión carbonera, Carmaux supo, progresivamente, borrar los estigmas del trauma y mirar hacia el futuro: sus amplias avenidas, sus plazas floridas, sus ciudades y parques rehabilitados, su centro acuático la Odisea, su nuevo complejo cinematográfico en el corazón de la ciudad... muestran esta voluntad de ofrecer a sus habitantes y a los visitantes un entorno de vida agradable, instalaciones y espacios de ocio atractivos. Arraigado en la tradición, el animado mercado del viernes por la mañana donde se codean ciudadanos y Ségalis, las fiestas de Saint-Privat y su floreciente corso, la Feria de Santa Bárbara... se inscriben como puntos culminantes en un programa de animación denso y variado.